martes, 3 de agosto de 2010
Nos vamos a Cordoba capitallll !!!
10, 11 y 12 de agosto – 10 a 14hs.
Mitos y ficciones sobre las mujeres que escriben
El taller de 12 horas de duración indagará cómo ciertas ideas acerca de las mujeres en general y las mujeres que escriben en particular, se comprueban o refutan haciendo una revisión de escritoras emblemáticas del siglo XIX hasta ahora. De Jean Austen a los blogs.
A través de tres encuentros donde se leerán textos, discutir el concepto de “literatura femenina”: ¿hay temas exclusivamente femeninos? ¿Pueden las mujeres narrar la violencia, lo monstruoso, lo macabro? ¿De qué escriben cuando escriben sobre ellas mismas? Se verán textos de: Clarice Lispector, Juana Bignozzi, Hebe Uhart, Laura Wittner, Silvina Ocampo, Lorrie Moore, Mariana Enríquez, Jane Austen.
Más datos ACA
domingo, 4 de julio de 2010
nos entrevistan por separado
martes, 27 de abril de 2010
Valeria Meiller nos reseÑa
Las autoras, como sus personajes, son amigas y desde hace cuatro años comparten la escritura de un blog. Fue a través de ese proyecto que les llegó la propuesta de escribir una novela a cuatro manos: era una prueba de riesgo, pero las chicas arriesgaron y funcionó.
La solución que encontraron al problema de escribir en conjunto fue delinear una historia con dos personajes femeninos que fueran narrando la historia en primera persona a partir de capítulos alternados y organizados según un tiempo sucesivo sobre un esquema previo que diseñaron juntas. Y el resultado, como ellas mismas declararon en una entrevista, es una novela de contrastes: “Julia –escrita por Mercedes– es un personaje más reflexivo, está en un momento de su vida en que ir hacia adelante es imposible, entonces va hacia atrás: recuerda, analiza, se hace preguntas, reproches. En cambio Bárbara –a manos de Fernanda– no puede parar de accionar, actúa más rápido de lo que piensa y sus pensamientos son tipo máximas que le sirven en lo práctico”.
De la misma manera, la novela es rica en matices estilísticos: la escritura de Mercedes es más lírica, esta hecha de una belleza melancólica y fuertemente descriptiva, siempre atenta a los detalles mínimos que pueden servir como cifra del todo. La de Fernanda, en cambio, avanza más rápido y es en esa velocidad donde encuentra su tono: una voz ágil y llena de gracia poblada de giros de la oralidad que se erigen como prueba de su buen oído para escuchar lo que de verdad dicen las mujeres en el mundo.
Escrita en el marco de una colección de Chik Lit, esa literatura “para mujeres y escrita por mujeres” a la que por cierto abría que encontrarle una definición más alentadora, Te pido un taxi aporta reflexiones audaces acerca de los mandatos sociales que pesan sobre la mujer joven y es lúcida al proponer formas de la felicidad que no parezcan extractos imposibles de algún cuento de hadas.
Nota publicada en el suplemento Ñ del Gran Diario Argentino (Clarín)
miércoles, 31 de marzo de 2010
Chicas virtuales
El amigo Javier Sinay (autor del recomendable Sangre joven), nos entrevistó para Ciudad.com
"Te pido un taxi", de Fernanda Nicolini y Mercedes Halfon
Amigas son las amigas
La historia de dos amigas sirve como puerta de entrada al mundo de las chicas profesionales de 30 años en una novela escrita a cuatro manos que se vende como chic lit, pero que también busca lectores varones.
Por: Javier Sinay
Julia Ronacaglio terminó con su novio, Andrés, de la peor manera: ella se fue de casa y tuvo que volver a lo de su mamá. Y lo que es peor, se quedó sin su tienda de ropa. Su mejor amiga, Bárbara Salerno, tampoco anda bien. El trabajo que tiene como productora de un programa de televisión diario la consume, a veces se descubre envidiando desde cierta madurez a una joven compañera que no usa corpiño y tampoco da con un hombre que valga la pena.Este es el mundo de las chicas de 30, el de Julia y Bárbara, pero también el de Fernanda Nicolini y Mercedes Halfon, las dos autoras de "Te pido un taxi". Esta novela editada por Sudamericana y bien recibida en las librerías (a pocos meses de su presentación ya alcanzó una segunda edición) tiene una rara virtud: fue escrita a cuatro manos, muy a pesar de lo que opina Marguerite Duras desde el epígrafe, "Nadie ha escrito nunca a dúo". "Creo que lo más riesgoso de escribir de a dos era dinamitar nuestra amistad", confiesa Nicolini. Las dos autoras delinearon la historia general, con las aventuras de Julia y Bárbara, y se hicieron cargo de cada uno de estos personajes que narran la historia a dos voces. "La gran ventaja de escribir de a dos, además de ser muy divertido, es que una hacía de editora de la otra, con la distancia suficiente para detectar qué funcionaba y qué no, pero no como una observador externa sino como parte interesada", agrega la media naranja autoral.
Fernanda Nicolini y Mercedes Halfon no sólo escribieron de a dos "Te pido un taxi", sino también el blog autobombo, donde día a día dejan entrever algo de su vida personal y profesional (Nicolini es redactora del diario Crítica y editora de la revista Llegás a Buenos Aires; Halfon escribe en Radar, de Página 12, y subdirige Llegás a Buenos Aires). "Quizás hay un tono en común entre el blog y la novela, o cierta manera de utilizar el humor y la ironía para retratar lo cotidiano", considera Nicolini. "Pero en autobombo cada una sube sus posts sin consultar a la otra y sin necesidad de continuidad con nada. Y, principalmente, son reflexiones o textos autoreferenciales, que nos exponen de manera directa. En la novela, en cambio, cada una de nosotras se escudó de tras de su personajes y, lo más divertido, ¡es ficción!".
Sin embargo, el escudo de los personajes del que hablan sus autoras permite, a veces, adivinar qué hay detrás. Nicolini cuenta de similitudes, de ex novios que se pueden sentir aludidos cuando lean "Te pido un taxi" y de amigas que sirvieron como fuente de anécdotas. "Desde el momento en el que elegimos un recorte de chicas profesionales, como nosotras, las referencias autobiográficas se hicieron inevitables", dice. El itinerario que propone la novela se da en un tiempo y un lugar bien determinados, con personajes que se mueven en la franja de los 30 años, una edad que tiene poco que ver con lo que solía ser. "No había pensado en esto hasta que mi mamá leyó el libro y me dijo 'Qué difícil es tener 30 en esta época'", cuenta Nicolini. "Ahí me di cuenta de que ella, a mi edad, ya tenía tres hijos y hacía casi diez años que estaba casada. Con esto quiero decir: estamos en una época en la que a los veinte la vida es pura posibilidad, puro ensayo. Y desde afuera está bien visto que así sea. Pero de pronto a partir de los 30, y acá hablo específicamente en el caso de las mujeres, todos esos mandatos sociales que parecían suspendidos, caen. Y el valor ya no es la posibilidad o el cambio sino la certeza: hay que estar en pareja, hay que empezar a pensar en el tema hijos, hay que estar bien posicionada en el trabajo. ¿Y qué pasa si no es así? Tu alrededor se empieza a preocupar por vos aunque a vos no te preocupes".
Con todo, ésta es una historia que podría estar ocurriendo ahora mismo. Pero es sólo chic lit. Y aunque el género pide lectoras, este libro también busca lectores. "En definitiva lo que queríamos era contar una historia", cierra Nicolini. "Una historia inventada a partir de una experiencia común".
domingo, 28 de febrero de 2010
viernes, 12 de febrero de 2010
Luciana Peker nos entrevista para LAS 12
El libro Te pido un taxi es una radiografía de un segmento de la amorosidad actual de mujeres urbanas, profesionales y treintañeras, escrita por Fernanda Nicolini y Mercedes Halfon, que más que buscar un happy end con la chica vestida de blanco revaloriza la amistad y las redes entre mujeres. Ellas, además, denuestan a San Valentín, no sólo por ser una festividad marketinera e importada, sino porque sienten que “está hecha para hacer sentir mal” y creen que en ese combo también está el sexo vendido como consumo.
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Por Luciana Peker
Los sombreros de brujas –mal reconocidas como malditas, cuando fueron sabias, y no sabemos si tuvieron verrugas o la historia necesitó afearlas para tapar su ancestral sabiduría– se escapan de los negocios porteños en Halloween. También en San Patricio el Bajo porteño se disfraza de Irlanda para llenar de cerveza la pantalla del noticiero que muestra a chicos y chicas con la boca abierta, para que la señora de su casa diga “la juventud está perdida” y la imagen de la mañana siguiente con botellas y alguno que se olvidó la dirección de su casa tirado por la calle le den el sí a su propia razón. En el nuevo calendario de fechas importadas, San Valentín no es la única fiesta del marketing ajeno, pero es una patada ahí, donde todo cala: sí, en los corazones que se reproducen como conejos y encima están flechados –como si el flechazo, a esta altura, no fuera un símbolo, al menos, demodé de la victoria de la cruzada de Cupido sobre el cuerpo femenino– en cada vidriera, negocio, sex shop o restaurante que invita a los enamorados –que los hay, los hay– pero, igual que en las fiestas de fin de año, nadie dice que no haya familias, pero sí que el ritual del chin chin les duele más a los/las que conviven con un duelo o diversos desamparos que a los/las que se empachan de vithel toné y listo. Pero no terminamos de sacarnos el arbolito de Navidad del living (¿del amor?) que ya viene el tren de corazones no sólo para importar un negocio, encima, para aumentar otro: el de las que se sienten frágiles, abandonadas, solas, descolgadas, insatisfechas o incompletas por no tener un chocolate para morder en otra boca en el tan acorazado 14 de febrero.
“San Valentín es una fiesta para hacer sentir mal, no para hacer sentir bien”, deshace Fernanda Nicolini el rojo furioso con el que iluminan las vidrieras febriles de verano y Mercedes Halfon no destila más ingenuidad: “Para hacerte sentir mal cuando estás soltera”. Las dos hablan como escriben, juntas, aunque sean tan distintas como el clásico de la rubia –Fernanda– y la morocha –Mercedes– y Fernanda apunte a un cinismo que resguarda su solidaridad no ostentosa y Mercedes acumule en un cuerpo chiquito de chica pin-up ideas que alejan a la cultura de la crueldad y, tal vez por eso, se animan –con todas sus iniciativas de periodistas de oficio y poetas subterráneas– a hablar de eso que otras chicas cultas quisieran sacarse de encima, como una marquesina que puede ligarlas a un lugar común, tan común como comúnmente sucede: el amor, el desamor, el fracaso, el desencuentro. Pero, por sobre todas las cosas, como dijo el escritor Pedro Mairal, al presentar el libro Te pido un taxi, de Editorial Plaza&Janés, la revalorización de la amistad femenina.
Como la de ellas, simbióticas, opuestas, complementarias, compañeras. Eso: compañeras. Mercedes y Fernanda tienen 30 años. Mercedes escribe en Radar –de Página/12–, ganó el Premio Estímulo de Periodismo de TEA y publicó el libro de poesías Dormir con lo puesto. Fernanda es redactora del diario Crítica y también tiene un libro de poesías: Ruta 2. Las dos –juntas– hacen el blog autobombo.blogspot.com y las dos escribieron –entre Lobos, Buenos Aires, bares, departamentos y Mar del Plata– Te pido un taxi, un libro que describe más allá de dos historias –como las de ellas– una radiografía de la compleja trama de la amorosidad contemporánea. Y las dos se animan a derribar mitos. “San Valentín es una gran confusión”, destruye Mercedes. “En realidad, un poeta escribió algo sobre un casamiento y se lo dedicó a San Valentín. Por eso piensan que es el santo del amor, pero no había ni casado a nadie, es una confusión”, revela Mercedes. Y gritan con Fernanda: “¡Por eso nosotras queremos reivindicar a San Antonio, que es el santo del amor de acá!”.
Fernanda: –El amor y la pareja es lo más íntimo que tenés en tu vida. Vos podés llegar a festejar por tu aniversario. Es un contrasentido que tengas que festejar en público y a nivel masivo algo que es totalmente íntimo. Es una lógica publicitaria: masifiquemos el consumo del amor. ¿Cómo es el amor? Un corazón de peluche. Y no hay cosa que atente más contra el amor que estandarizarlo.
–¿Y el peluche atenta contra el amor?
Fernanda: –No sólo atenta contra el amor, sino que es una idea del amor adolescente. Es un amor aprendido del cine y la literatura. Es una idea de amor, no es un amor de construcción y de práctica. Y la publicidad de San Valentín trabaja con eso: con lo aspiracional, algo que querés tener y no podés.
Mercedes: –Los enamorados están enamorados: son una unidad mínima. Hacer de eso una festividad nacional es hacer de eso una apariencia, mostrar que tenés alguien para ir a comer a un lugar...
–Es como el exhibicionismo –que simboliza Ricardo Fort– de mostrar más que de ser...
Fernanda: –Sí, la ostentación de “yo tengo algo que vos no tenés” porque los que lo tienen no necesitan salir a mostrar nada. Es muy violento para las solteras o los solteros –que no es una enfermedad– estar exhibiendo el amor como mercancía.
–¿Y esa frustración es más fuerte en las mujeres que –visible o sutilmente– tienen el mandato de conseguirse un novio?
Fernanda: –Sí, cualquier cosa que te genere frustración te tira para abajo.
–¿Qué simboliza en el imaginario amoroso actual Te pido un taxi?
Fernanda: –Una amiga tiró “Te pido un taxi” y todas dijimos “sííííí”. Y a partir del título, que era un lugar común que resumía la frustración y el fracaso, se generó el punto de vista de la novela. Una mujer moderna puede decir “Te pido un taxi” imperativamente. Además, es la frase que clausura cualquier posibilidad. Si una hora antes existía alguna posibilidad de amor, sexo, cualquier cosa, “Te pido un taxi” define que después de eso no hay nada más. Es la frase que clausura: hasta acá llegamos.
–¿En qué lugar se ubican ustedes en la amorosidad actual, donde hay libertad pero también mucha vergüenza de sentirse identificadas, en algunos momentos de la vida, con esas chicas que quieren una relación y sienten que los varones se volvieron fóbicos?
Fernanda: –En principio, queríamos que la novela no fuera una típica comedia romántica o literatura de chicas como Bridget Jones o Sex and The City.
Mercedes: –Nosotras veíamos que esta literatura o los blogs no se diferencian mucho de la literatura del siglo XIX, donde, para todos los sinsabores que pasa la mujer, está la píldora salvadora que es el amor cuando aparece el chico indicado. Y cuando la mujer tiene a su bebé siente que todos sus problemas se terminaron. Incluso, las que supuestamente son más críticas, como Bridget Jones, también terminan con sus problemas cuando encuentran al chico al que no le molesta que ella sea gorda.
–¿Se retoma la idea anterior a la liberación femenina, de que no hay realización posible sin un hombre al lado?
Mercedes: Como que, al fin y al cabo, todo se cuenta de la misma manera que en el siglo XIX. Por eso, nosotras nos propusimos ser sinceras con lo que nos pasa alrededor, pero no hacer el final que ella se enamora y se casa.
Fernanda: –Obviamente la posibilidad de enamorarse y tener una pareja estable está todo el tiempo presente en la novela, pero no como la fórmula salvadora. Hay un personaje (Julia) que no está buscando el amor, sino que lo redefine a partir de un fracaso y eso nos parece mucho más real. Y el otro personaje (Bárbara) tiene muchos hombres pero ninguno le termina de cerrar, pero no es porque ella es fea o gorda o los típicos estereotipos de que la mujer no llena los casilleros de la belleza actual. Su insatisfacción es no encontrar al tipo.
–¿Ustedes creen que esta insatisfacción es porque en Argentina hay un mandato social de casarse y tener hijos que sigue presionando a las mujeres? ¿O porque realmente el amor en esta época es más esquivo y eso duele?
Fernanda: –Hoy, entre los veinte y los treinta, hay una licencia social para que estés a la par del varón: estudies, trabajes, pruebes muchos hombres, muestres tu potencia. Pero a los treinta ya tenés que tener certezas: no podés seguir probando con este o con otro y empieza, indefectiblemente, el reloj biológico. En cambio a un tipo que tiene entre treinta y cuarenta no se le exige una estabilidad emocional. Ellos pueden seguir pensando que “algo mejor está por venir”.
Mercedes: –Hay diferencias biológicas, culturales, sociales y familiares que se arrastran de siglos. Y siempre hubo literatura femenina, pero en todos los géneros se puede hacer algo bueno. Orgullo y prejuicio, de Jean Austen, habla todo el tiempo del casamiento y es increíble por un montón de cosas.
Fernanda: –Yo creo que lo interesante es encontrar la narratividad de un discurso particular de la mujer y no sé si para el hombre es igual. Vos conocés a un chico y podés estar cuatro horas contándole a una amiga ese encuentro. Hay una mirada femenina del detalle y los matices, de una observación muy aguda de las conductas humanas, que es muy potente a nivel narrativo.
–En el libro aparece la palabra “chongo”, que marca una categoría que no es ni de sexo casual ni de un novio. ¿Por qué se incluye una definición que viene del mundo gay al universo femenino?
Fernanda: –Es verdad que la palabra “chongo” viene del mundo gay y no sé bien por qué, pero tiendo a pensar que el mundo gay tiene más libertad en los vínculos y las mujeres, para poder tener este tipo de relaciones, tuvimos que importar esa palabra porque no se nos permitía tener una palabra propia. Un pibe dice “Tengo una minita”. Pero si una chica dice “Tengo un tipo”, parece que tenés un tipo que te mantiene. Es bastante sintomático tener que importar una palabra.
–¿Qué pasa con la sexualidad actual, donde están promovidos los juguetes, la performance y donde venden hebillas hay un sector de sex shop para estimular la pasión?
Fernanda: –¡Qué aburrido! ¿Viste cuando te dicen el sexo en el ascensor, el sexo en la cocina? ¿Por qué? ¡Si no hay nada más cómodo que tener sexo en la cama! Yo creo que el sexo también está valorizado como consumo.
Mercedes: –El sexo fugaz, para mí, atenta contra el buen sexo.
Fernanda: –No hay por qué censurar situaciones de sexo fugaz. Hay que tener la libertad de elegir tener sexo sin comprometerse, pero también hay que tener la valentía de decir “No hay nada mejor que el sexo con amor”, sin que se entienda como algo conservador. Es una elección.